PRÉDICA ¿Por Qué Mi Vida No Cambia A Pesar de Mi Fe? – Pastor Freddy DeAnda

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PRÉDICA ¿Por Qué Mi Vida No Cambia A Pesar de Mi Fe?

La vida cristiana victoriosa no se logra por cuánto corremos o trabajamos, sino por cuán profundamente confiamos y descansamos en Dios. La pregunta de por qué la vida no cambia, a pesar de la fe profesada, se aborda examinando el verdadero deseo de Jesús de sanar y el papel crucial de la obediencia y el reposo en el proceso de santificación.

El pastor Freddy DeAnda sugiere que la clave para la transformación reside en dejar de lado las leyes de limitación mental para aceptar la voluntad perfecta y amorosa de Cristo.

El Encuentro con el Leproso: La Voluntad Incondicional de Jesús

Para entender la naturaleza del Padre, debemos mirar cómo actuó Jesús cuando caminó sobre la Tierra. El encuentro con el leproso en Mateo capítulo 8 es una de las interacciones más poderosas que desafía nuestras propias leyes mentales de indignidad.

Rompiendo la Antigua Ley del Prejuicio

Bajo la antigua ley, los leprosos eran considerados los más sucios e indignos, obligados a vivir fuera de la sociedad. Si una persona “limpia” tocaba a una “impura,” la persona limpia se ensuciaba.

A pesar de esta ley social y ceremonial, un leproso se acercó a Jesús en medio de una multitud, una acción que no tenía el derecho de realizar. Al postrarse ante el Maestro, mostró reverencia y fe.

La Pregunta Crucial: ¿Verdaderamente Quieres?

El problema del creyente a menudo no es con Jesús, sino con las leyes mentales de limitación impuestas por el pasado o la crianza. El leproso no dudaba del poder de Jesús, sino de Su deseo genuino.

En el contexto del griego, la pregunta del leproso fue: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”. Esto significaba: “Maestro, si de lo más profundo de tu corazón verdaderamente anhelas sanarme, yo lo deseo de ti”.

La lepra hacía al hombre ceremonialmente impuro y socialmente intocable, y él pedía que lo limpio tocara lo sucio.

La Respuesta de Jesús: “Quiero”

La respuesta de Jesucristo fue inmediata y profunda: “Quiero. Sé limpio”. Jesús rompió todas las barreras del miedo, el prejuicio y la ley antigua para mostrar Su compasión.

  • Jesús dijo: “Ese es mi deseo más grande, esa es la razón que yo estoy caminando sobre la faz de la tierra, porque yo vine a sanar a aquellos que se habían perdido”.
  • El toque de Jesús no lo hizo impuro a Él; hizo limpio al leproso. Este mismo toque puede alcanzar a cualquier alma que se sienta más allá de la esperanza.
  • El poder de sanidad fluyó de Su voluntad, pues es el deseo más profundo de Jesús.

La falta de deseo de la gente de querer cambiar es la razón por la que Jesús no hizo muchos milagros en algunos lugares, no por falta de Su poder.

De la Salvación a la Santificación: El Trabajo Diario

El mero acto de seguir a Jesús, o tener un título de “cristiano,” no transforma la vida. La palabra distingue entre dos procesos espirituales esenciales:

  1. Salvación: El regalo de la vida eterna a través de la sangre de Jesucristo.
  2. Santificación: El progreso diario, el trabajo diario de cada día morir y tomar pasos con la ayuda de Dios y el Espíritu Santo para ser más como Jesucristo.

El día de la salvación es el día uno. El pecado es comparado con la lepra porque nos separa, nos aísla y lentamente nos destruye. Jesús no solo tiene el poder para salvar, sino también el poder para santificar y limpiarnos para que no sigamos viviendo en pecado.

El Descanso en Dios: La Clave para la Victoria Espiritual (Salmo 23)

El verdadero éxito, que el mundo nunca entiende, comienza con aprender a descansar en Dios. El sistema de este mundo nos presiona a “correr más rápido”, pero para el hijo de Dios, la mayor ventaja es aprender a reposar.

David: El Pastor que Aprendió a Reposar

David, quien escribió el Salmo 23, aprendió a descansar en Dios mientras cuidaba ovejas. Su reposo fue el hincapié para su victoria. Cuando Jehová es el pastor, el resultado es que Él te hace descansar.

  • El Salmo 23:2 dice: “En lugares de delicados pastos me hará descansar”. El pastor sabe que el descanso es esencial.
  • La preocupación, el afán, la ansiedad y el grito son una derrota. Para tener victoria, debemos soltar las cargas y abrir espacio para descansar en Su presencia.
  • El descanso no significa inactividad; significa reconocer que no todo depende de nosotros, sino de Él. Es un acto de fe confiar en que, aunque nos detengamos, Dios obrará.

El descanso es un principio espiritual establecido por Dios mismo desde la creación, cuando santificó el día séptimo como día de reposo (Génesis 2:3). Cuando esperamos en el Señor, nuestras fuerzas se renuevan y lo imposible se vuelve posible (Isaías 40:31).

La Invitación del Pastor Manso

Jesús invita a “todos los que estáis trabajados y cargados” a ir a Él. Jesús se describe a sí mismo como “manso y humilde de corazón”.

Cuando estamos en el reposo de Dios y confiamos en Su tiempo, Su palabra y Su presencia, encontramos fuerzas verdaderas, y los gigantes caen. La Biblia no nos dice que trabajemos más, sino que reposamos más.

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