Perdónate, Abandona Rencores y Amarguras
El problema de la amargura es un desafío espiritual y emocional que puede apagar la llama del gozo de la vida, sumir el alma en total oscuridad, detener el reavivamiento en una iglesia y causar la ruptura de hogares. La Biblia previene a los creyentes contra esta plaga, afirmando que no somos inmunes a ser “Santos amargados” o creyentes cáusticos.
El escritor de Hebreos exhorta a la diligencia: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15).
Para vencer esta “enfermedad infernal”, es crucial entender su origen, sus consecuencias devastadoras y el proceso bíblico para erradicarla, cuyo modelo es el perdón que Dios nos otorgó en Cristo.
1. La Raíz de la Amargura: Origen y Mecanismo Subterráneo
La raíz de la amargura (una metáfora bíblica que describe algo oculto, ya que la raíz es subterránea) comienza con una ofensa o herida.
A. El Proceso de la Ofensa y el Enojo
Una persona amargada es alguien que ha sido herida, bien sea física, verbal o emocionalmente. La ofensa pudo haber sido intencional, sin mala intención, o incluso imaginaria (cuando la persona cree que fue ofendida o abusada sin que realmente sucediera).
Ante la ofensa, la inclinación natural es reaccionar con ira, resentimiento y deseo de desquitarnos y herir a quien nos ofendió.
La Diferencia entre el Creyente y la Persona Amargada:
- Si somos creyentes, reconocemos que el deseo de venganza proviene de la vieja naturaleza, lo enfrentamos, lo confesamos y lo derrotamos, evitando que se convierta en una raíz de amargura.
- La persona amargada, en cambio, guarda la ofensa en su corazón, comienza a rumiarla una y otra vez y trata de justificar sus sentimientos de hostilidad.
B. El Ciclo de la Justificación y el Autoengaño
Para justificar la amargura, el individuo se vuelve negativo y comienza a buscar faltas y errores en la persona que le ofendió. La fuente enfatiza que usted siempre encontrará aquello que está buscando. Al encontrar defectos, la persona amargada confirma y profundiza su amargura.
La amargura es un pecado subterráneo y solapado. Pocas personas admitirán que son amargadas, sino que lo negarán o lo disfrazarán, sintiéndose completamente justificadas en su resentimiento.
2. El Fruto Contaminante: Las Devastadoras Consecuencias
Cada raíz dará su fruto, ya sea bueno o malo. La amargura no solo causa dolor personal, sino que es contagiosa y contamina a muchos. La amargura se manifiesta en problemas en tres niveles:
A. Problemas Físicos y Emocionales
La amargura y la ira causan presión mental, psicológica o espiritual, lo que puede resultar en problemas físicos. La ira y el enojo contraen los vasos sanguíneos y pueden ser mortales.
En el aspecto emocional, la amargura produce esclavitud. El Doctor McMillan indicó que al odiar a alguien, uno se convierte en su esclavo, ya que esa persona controla los pensamientos, produce hormonas de estrés y roba el gozo de la vida, haciendo que el trabajo y las vacaciones se vuelvan tediosos. En el grado en que usted mantenga resentimiento contra alguien, se esclaviza de esa persona.
B. Problemas Espirituales y la Fortaleza del Diablo
La amargura y el enojo prolongado impiden la santidad. La Biblia es clara: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. No se puede tener santidad y pecaminosidad al mismo tiempo.
El enojo se transforma en pecado cuando el creyente se rehúsa a enfrentarlo y permite que “no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Cuando se nutre el enojo, se da lugar al diablo (Efesios 4:27).
Esta amargura se convierte en el “campamento y fortaleza del diablo” en la vida del creyente, un fétido nido desde donde Satanás crea problemas y controla la mente.
C. La Cadena de Contaminación Social
La amargura se extiende como una mancha de aceite y afecta a otros. Efesios 4:31 describe la secuencia destructiva que surge de la amargura no enfrentada:
- Amargura: El dolor inicial y el enojo guardado.
- Enojo.
- Ira (Calor Interno): La palabra griega implica un lento pero intenso fuego interno; algo que se está quemando.
- Gritería: La manifestación externa explosiva y vocal. Es una competencia verbal o una guerra de palabras con dureza y rencor.
- Maledicencia: Insultos, difamación, y decir cosas que se saben que no son verdad sobre la otra persona (“Te odio,” “Ojalá te mueras”).
- Malicia: El deseo de hacer daño o herir al otro.