El reino inconmovible
El pastor John MacArthur aborda el libro de Hebreos, Capítulo 12, para hablar sobre la naturaleza inestable del universo creado y la promesa de un Reino inconmovible. MacArthur enfatiza la necesidad de que los oyentes, especialmente la audiencia nueva que sintoniza las transmisiones y descargas, escuchen claramente el mensaje del evangelio.
La tierra está temblando y sacudiéndose constantemente, lo que se observa en los casi un millón de terremotos anuales en todo el mundo. El universo entero, afectado por el pecado y la maldición divina, está en un estado de corrupción, descomposición y degradación (la segunda ley de la termodinámica). Nadie puede hacer nada al respecto. Sin embargo, esta inestabilidad culminará en un evento final que Dios ha prometido: una conmoción masiva, única y final.
1. La Profecía del Día del Señor: La Destrucción Final
Dios ha prometido que conmoverá no solamente la tierra, sino también el cielo (Hebreos 12:26). Esta promesa, tomada del profeta Hageo (Hageo 2:6-7), indica una remoción de las cosas movibles para que permanezcan solo las inconmovibles.
Este evento es el Día del Señor, el juicio divino final.
- Alcance Universal: La conmoción afectará a la tierra, los cielos, el mar y todas las naciones. El profeta Isaías describe el día de Jehová como un “asolamiento del todopoderoso”, en el cual las estrellas y el sol se oscurecerán, y la tierra se moverá de su lugar en la indignación de Dios.
- Juicio Secuencial (Apocalipsis): Las visiones de Juan en Apocalipsis confirman esta destrucción en etapas: juicios de sellos (gran terremoto, el cielo se desvanece como un pergamino y todo monte e isla se remueve de su lugar), juicios de trompetas (un tercio de la tierra y los cielos son juzgados), y juicios de copas (que afectan la totalidad del universo creado).
- La Des-creación Final: Después de todos los juicios secuenciales, Pedro profetiza que los cielos pasarán con un gran estruendo, y los elementos (los átomos, la estructura de la creación) serán destruidos con un calor intenso. Habrá una des-creación, y la tierra y sus obras serán quemadas en una implosión atómica.
- El Nuevo Reino: Esta destrucción será completa, y de lo primero no habrá memoria. Dios creará nuevos cielos y nueva tierra en las cuales mora la justicia.
- La Advertencia de Cristo: Jesús mismo advirtió que “las potencias que están en los cielos serán conmovidas”, y que el Hijo del Hombre vendrá después de esa tribulación para reunir a Sus escogidos para el Reino Milenial.
La conclusión es clara: “usted no puede salvar el planeta”. El universo entero está dedicado a la destrucción. Lo único que quedará es aquello que es recto y santo, es decir, el Reino de Jesucristo.
2. La Respuesta del Justo: Gratitud y Adoración Aceptable
El mensaje principal de Hebreos 12 es que, debido a que “recibimos un reino inconmovible”, nuestra respuesta debe ser:
- Tener gratitud.
- Servir a Dios agradándole con temor y reverencia.
Servir a Dios en este contexto significa adorar (la palabra griega latreuo). Se nos llama a acercarnos a Dios con seriedad y asombro, porque “nuestro Dios es fuego consumidor”. La adoración debe ser “agradable” o “aceptable a Sus ojos”.
3. La Elección Fundamental: Dos Montes, Dos Destinos
La manera de ofrecer una adoración aceptable y encontrar entrada al Reino que no será sacudido, se presenta como una analogía inolvidable entre dos montes: Sinaí y Sion.
A. El Monte Sinaí: El Reino Movible (Antiguo Pacto)
El Sinaí representa el antiguo pacto, la Ley y el monte de las obras y la bondad humana. El pueblo de Dios no se acercó al monte.
- Naturaleza Aterradora: El Sinaí era un monte que se podía tocar, pero ardía en fuego, oscuridad, tinieblas, tempestad y sonido de trompeta (Hebreos 12:18-19). La voz que hablaba era tan terrible que el pueblo rogó que no se les hablase más.
- Juicio Inevitable: El mandato era que cualquiera que tocara el monte, incluso una bestia, sería apedreado o asaeteado y moriría. Moisés mismo estaba “espantado y temblando”.
- La Ley y la Muerte: El Sinaí se propuso revelar la santidad absoluta de Dios y la pecaminosidad de ellos. La ley (escrita en tablas de piedra) no ofrece consuelo, piedad, gracia ni perdón. La ley es un “ministerio de muerte” que mata porque ningún ser humano puede guardarla perfectamente.
- El Camino del Mundo: Acercarse a Dios basándose en la propia bondad o las obras es ir al Sinaí. Aquel que no hace la ley a la perfección es maldito (Gálatas 3:10), y allí solo enfrentará el fuego y el juicio, pues Dios está enojado con el pecado y los pecadores.
B. El Monte de Sion: El Reino Inconmovible (Nuevo Pacto)
Sion, otro nombre para Jerusalén, simboliza el nuevo pacto, la gracia y el perdón provisto por Dios. Sion es la ciudad donde Dios estableció un sistema de sacrificios que apuntaba hacia la cruz.
El creyente en el Reino inconmovible se ha acercado a Sion:
- A la Ciudad del Dios Vivo: Sion es el monte de la misericordia y la gracia, un lugar de paz y seguridad, a diferencia del desierto del Sinaí.
- A la Jerusalén Celestial: Acercarse a Sion es, de hecho, acercarse al cielo mismo. Los creyentes pertenecen a esta ciudad eterna, la herencia que está reservada para ellos.
- A Muchos Millares de Ángeles: Se viene a la comunión con los ángeles innumerables que adoran a Dios.
- A la Congregación de los Primogénitos: Esto es la reunión festiva de la Iglesia (la esposa de Cristo). Sus nombres fueron inscritos en el cielo en la eternidad pasada (“antes de la fundación del mundo”).
- A Dios, el Juez de Todos: El mismo Juez que fue aterrador en el Sinaí, recibe y da la bienvenida al creyente reconciliado en Sion.
- A Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto: A través de Jesús, el creyente obtiene acceso a Dios. Jesús es el mediador que hace posible esta relación.
- A la Sangre Rociada que Habla Mejor que la de Abel: La sangre de Abel fue un sacrificio aceptable, pero la sangre de Cristo (Su sacrificio en la cruz) fue infinitamente mayor, proveyendo perdón por los pecados para todos los que creerían a lo largo de la historia.