Confía Todo en las Manos de Dios y Descansa
La fe es el cimiento de la vida cristiana y la única vía para agradar a Dios y obtener Su recompensa. Mateo 9:29 indica que seremos recompensados “conforme a vuestra fe”. Para el creyente, la fe es el eslabón que “une nuestra nada a su todo”.
El capítulo 11 de Hebreos es conocido como el “Salón de la Fama de hombres y mujeres de Dios,” quienes alcanzaron su lugar por creer en el Señor Jesucristo. El estudio de la caída de los muros de Jericó, narrado en Josué, revela pasos esenciales para que el creyente de hoy pueda superar los obstáculos que Satanás interpone entre la persona y las promesas de Dios.
El Obstáculo: La Poderosa Ciudad de Jericó
Dios había prometido a Israel una tierra de leche y miel, pero la ciudad de Jericó se interpuso en el camino hacia el cumplimiento de esa promesa. Jericó era:
- Antigua y Malvada: Una de las civilizaciones más antiguas, pero también sumamente grande en iniquidad e indescriptible inmoralidad.
- Inexpugnable: Una ciudad fuertemente amurallada que parecía inconquistable, un obstáculo formidable.
Hoy en día, el diablo coloca enormes obstáculos entre el creyente y el plan, la voluntad y las promesas de Dios. Estos “Jericó” modernos pueden ser problemas familiares, dificultades financieras, un matrimonio mal llevado, una vida pecaminosa, un cuerpo enfermo, o un sueño no cumplido.
Cuatro Pasos de Fe para Derribar los Muros
La victoria de Israel sobre Jericó, obtenida “por fe”, enseña que la fe se alimenta de la Palabra de Dios y se demuestra a través de la adoración, la obediencia y la espera.
1. La Adoración de la Fe: Enfocarse en Cristo
La fe comienza al postrarse y adorar a Dios, reconociendo Su santidad y Su soberanía.
Josué Encuentra al Señor: Estando cerca de Jericó y sopesando su problema, Josué se encontró con el Príncipe del Ejército de Jehová (el Cristo preencarnado), quien tenía una espada desenvainada. Josué preguntó: “¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?”.
La Respuesta de Dios: El Príncipe del Ejército de Jehová le respondió que no venía a tomar partido, sino “a hacerse cargo de todo”. Josué entendió la lección y se postró en tierra para adorarle.
- Dios no es un socio: Aunque puede sonar bien decir que “Dios es el socio en mis negocios,” Dios no busca ser socio, Él quiere y debe ser Su Jefe y Su Señor.
- Consciencia de Dios: La fe crece cuando adoramos al Señor. Debemos estar conscientes de Dios en lugar de estar tan conscientes de nuestros problemas. Es fundamental mirar intensamente al Señor Jesucristo y “aprender a dar una rápida mirada a los problemas”.
- Corazón No Rebelde: La fe y la rebelión no pueden habitar en un mismo corazón. La adoración de fe significa preguntar: “¿Qué dice mi señor a su siervo?”.
2. El Trabajo de la Fe: Obediencia Completa
El trabajo de la fe es la obediencia completa, inmediata, gozosa, incuestionable y sin ninguna reserva. Dios no ordenó a Josué estrategias militares convencionales, sino un plan “extraño”: rodear la ciudad una vez por día durante seis días, y al séptimo día, siete veces.
La Prueba de la Obediencia: Desde el punto de vista humano, esta estrategia no tenía sentido. Los habitantes de Jericó se burlaban y se reían de los israelitas, tildándolos de “tontos”.
- No Entender, Sino Obedecer: Dios dio esta orden para probar la obediencia y la dependencia del pueblo en Él. Muchas de las cosas que Dios ordena no se deben entender, sino sencillamente obedecer. La Biblia no es primordialmente un libro que debe ser explicado, sino un libro que debe ser creído y obedecido.
- La Locura de la Cruz: Jamás se debe permitir que las burlas de los incrédulos le aparten de su fe en Jesús. La Palabra de Dios es “locura a los que se pierden”, pero a los que se salvan, “es poder de Dios”.
- Fe y Emociones: La garantía del creyente es la Palabra de Dios, no sus sentimientos, pues las emociones son engañadoras. Se debe vivir por fe, aun cuando no tenga sentido.
3. El Esperar en Fe: Paciencia en el Señor
La paciencia y la espera son distintivos de la fe. El pueblo marchó durante seis días sin ver resultados, y el séptimo día dio siete vueltas a la ciudad antes de que algo sucediera.
- No Cansarse: Algunos pudieron haberse cansado y desmayado. Dios quería enseñarles paciencia. Esperar en el Señor “no es una pérdida de tiempo”.
- El Que Creye No se Apresure: Isaías 28:16 dice que el que cree en el Señor Jesucristo, la Roca sólida, puede “darse el lujo de esperar”.
- Bienaventurados los que Confían: Dios espera para tener piedad de nosotros. Bienaventurados son “todos los que confían en él”.
- Obtener la Promesa: Es necesaria la paciencia para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, se obtenga la promesa.
4. La Palabra de Fe: Declarar lo que Dios Ha Dicho
La palabra de fe es la declaración valiente de lo que Dios ya ha dicho en Su Palabra. Cuando Josué dio la orden final, la ciudad no había caído todavía, sin embargo, él gritó al pueblo: “gritad porque Jehová os ha entregado la ciudad”.
- Hecho por Fe y Potencialidad: Josué pudo decir que la ciudad ya había sido entregada porque “ya estaba hecho en la mente y el corazón de Dios”. Dios ya le había dicho: “Yo he entregado en tu mano a Jericó”.
- Fe es Estar de Acuerdo con Dios: La fe no es imaginarse algo y creer que Dios lo hará realidad. La fe es su reacción a lo que Dios le diga. Josué simplemente repitió lo que Dios había declarado.
- La Oración Poderosa: La oración que llega al cielo es la que comienza en el cielo. Es cuando el Espíritu Santo encuentra un deseo en el corazón del Padre, lo pone en el corazón del creyente, y se envía de regreso. Debemos decir: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”, en lugar de: “Escucha a Dios, que tu siervo habla”.
- Derribando la Culpa (El Jericó Personal): Este principio se aplica a la salvación. Una persona perseguida por la culpa de un pecado horrible puede declarar por fe lo que Dios ya ha dicho: “La sangre de Jesucristo el hijo de Dios limpia de todo pecado“. La carga se levanta porque el creyente ha dicho lo que Dios ya ha dicho, y el “Jericó de culpabilidad” se derrumba.