PRÉDICA Victoria sobre el desánimo
La vida cristiana victoriosa no consiste en vivir bajo el peso de nuestros problemas, sino en ejercer la autoridad y la fe que Jesús nos ha dado. Lamentablemente, la mayoría de los creyentes hoy no mueven montañas, sino que viven bajo el peso de sus propias montañas, que representan dudas, vergüenza, relaciones rotas o la sensación de insuficiencia.
Estas “montañas” no son obstáculos físicos, sino cargas que se asientan en nuestra alma, susurrando constantemente: “No eres suficiente,” “tu matrimonio no tiene arreglo,” o “Dios no puede usar una vergüenza como la tuya”.
Jesús nos dio una orden clara: hablarle a ese pesar en nuestra vida, hablarle a lo que se mira imposible.
1. La Batalla Silenciosa: Desenmascarando la Guerra Espiritual
El primer paso para mover las montañas es reconocer la naturaleza de la lucha. Estamos inmersos en una guerra espiritual silenciosa pero constante.
La Fuente del Ataque
La lucha del creyente no es contra “sangre y carne,” sino contra principados, potestades y huestes espirituales de maldad. Esta guerra se libra en lo invisible, en la profundidad de nuestra alma. Muchas de las batallas no están afuera, sino adentro de ti, en la mente.
El enemigo (Satanás) no se presenta abiertamente. La Biblia dice que el diablo se disfraza como ángel de luz. Por ello, a menudo entretenemos voces y pensamientos negativos sin siquiera saber que son ataques directos del maligno.
El Peligro de Entretener la Negatividad
Cuando estamos callados, dejamos que la montaña nos diga quiénes somos, volviéndose más pesada sobre nuestra vida. Entreteniendo pensamientos negativos o palabras destructivas, abrimos la puerta al enemigo.
El entretenimiento de la negatividad es como dejar entrar a un “perro salvaje salivando sangre” a nuestra casa. Esa negatividad destruye el alma, “te chupa los huesos” y quita todo lo bueno que Dios quiere hacer. Por eso, el creyente debe rechazarlo inmediatamente, sin negociar con la duda o invitar a la mentira a sentarse.
2. El Poder de la Lengua y la Autoridad de la Fe
Jesús nos pidió que habláramos a la montaña porque la muerte y la vida están en el poder de la lengua.
Declarar Vida o Muerte
Proverbios 18:20-21 afirma: “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre, se saciará del producto de sus labios”. Lo que usted habla, lo siembra; lo que siembra, lo come.
- Si hablamos constantemente negatividad (“Odio mi vida,” “no aguanto a mis hijos”), estamos sirviéndonos a nosotros mismos de ese fruto.
- Las palabras están construyendo la atmósfera donde habita nuestra alma.
- Para hablar vida, debemos acercarnos al Espíritu Santo de vida.
En lugar de hablar con resignación y cansancio, debemos hacer declaraciones de fe: “Tú fuiste creado con propósito de Dios,” “Tú vas a alcanzar tu potencial”.
La Clave de Marcos 11:23
Jesús nos da la estrategia de la fe: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte, quítate y échate en el mar; y no dudare en su corazón, sino que creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”.
- Acción Directa: Jesús no dijo que analices la montaña, la admires, o te adaptes a ella; dijo “Háblale a ese monte”.
- Fe, No Emoción: La montaña se mueve con palabras llenas de fe, no con emociones inestables.
3. El Modelo de David: Rechazo Inmediato del Gigante
La historia de David y Goliat (1 Samuel 17) ilustra cómo la fe verbal derrota a un obstáculo formidable. Goliat, que medía más de nueve pies de altura, había derrotado al ejército de Israel no con su lanza, sino con sus palabras negativas.
El Rechazo Innegociable
Cuando David escuchó al gigante, rechazó inmediatamente sus palabras. La diferencia entre David y el resto del ejército (que huía) fue que David no se sentó a medir la lanza del gigante ni a entretener la duda.
El error del creyente es sentarse a describir, analizar o justificar la montaña (“Tú no conoces mi montaña, mi pasado, a mi marido”). Estas palabras se convierten en la propia amargura que uno traga.
David, en cambio, declaró que Goliat era un “filisteo incircunciso” que sería derrotado. La victoria no se basó en el arma, sino en la convicción: Goliat ya estaba derrotado desde antes de que David sacara su onda, porque David lo declaró en fe.
La Armadura Correcta
Cuando Saúl intentó vestir a David con su armadura física (casco, coraza), David la rechazó. La armadura de Dios es invisible. La victoria se logra con la voz de fe, creyendo en el corazón y hablando la Palabra de Dios con autoridad divina. Si David, un joven pastor, pudo derribar al gigante, es porque el verdadero recurso para el creyente es la fe, no los recursos carnales.
4. La Estrategia Práctica: El Poder del Espíritu Santo
Para vivir en victoria y mover las montañas, necesitamos la llenura fresca del Espíritu Santo, ya que la autosuficiencia y el alma seca no pueden operar el poder de la resurrección que vive en el creyente.