¿POR QUÉ JESÚS ESCOGIÓ A JUDAS
La pregunta “¿Por qué Jesús escogió a Judas?” es una de las más interesantes y profundas que surgen al estudiar la Palabra de Dios [i, 1]. ¿Quién querría a un traidor o a un traicionero que lo representara en el ministerio [i, 1, 6]? Jesús, sin embargo, eligió a Judas Iscariote [i, 3, 4, 5, 25]. La respuesta a esta elección ofrece una gran bendición espiritual y contiene una palabra de advertencia, una palabra de seguridad y una palabra de consuelo [i, 1, 7, 26].
La Biblia aclara que Jesús nunca cometió un error y que lo ha “hecho todo bien” [i, 6, 25]. Él sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando escogió a Judas [i, 6, 25]. Jesús lo escogió siendo uno de los doce discípulos [i, 4, 5, 18].
A continuación, se presentan cuatro lecciones esenciales derivadas de la elección de Judas, según lo revelado en las Escrituras, especialmente en Juan capítulo 6 [i, 1, 17]:
1. La Lección de la Hipocresía Religiosa y la Necesidad de la Verdadera Salvación
Jesús escogió a Judas, en parte, para ayudarnos a comprender la hipocresía religiosa y la necesidad de una salvación genuina [i, 11, 28].
Jesús conocía el corazón de Judas: Desde el principio, Jesús sabía quiénes eran los que no creían y quién le iba a entregar [i, 3, 7, 13, 17, 26]. En Juan 6:64, Jesús afirma: “Pero hay algunos de vosotros que no creen, porque Jesús sabía desde el principio Quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar” [i, 3, 7, 26].
La apariencia externa de Judas: Judas estaba exactamente en la misma posición externa que muchos otros [i, 9, 27]. Si alguien lo hubiera visto, habría pensado que era un gran tipo [i, 9].
- Asociación Correcta: Judas estaba codo a codo con los otros once discípulos y pasó tres años y medio en el que se consideraría “el mejor seminario del mundo,” aprendiendo y oyendo hablar al Señor Jesucristo [i, 9].
- Reputación Correcta: Durante la Última Cena, cuando Jesús anunció que uno de ellos lo traicionaría, los discípulos no señalaron inmediatamente a Judas; de hecho, algunos pensaron que podría ser Pedro [i, 10, 27]. Esto demuestra cuánta confianza exterior se depositaba en él [i, 10, 27].
- Participación Correcta (Rol de Tesorero): Judas tenía la bolsa del dinero, sirviendo como tesorero del pequeño grupo [i, 10, 28]. Uno solo hace tesorero a la persona que tiene la mayor apariencia externa de integridad [i, 10, 28].
- Trabajador (Obrero): Judas participó en las actividades del grupo, saliendo con los otros para enseñar, predicar y hacer el bien [i, 11, 28].
Sin embargo, a pesar de su apariencia y participación, Judas nunca confió de todo corazón en Jesús [i, 8, 27]. La palabra “creer” en este contexto bíblico no es solo una creencia intelectual, sino confiar plenamente [i, 8, 27]. Jesús sabía quién confiaba en Él y quién no [i, 8, 27].
La lección es clara: el evangelio social o las buenas obras externas (como ser educado, vestir lujosamente, o ser enterrado en un parque memorial) no sirven de nada si uno muere sin conocer a Dios y debe comparecer en el juicio [i, 11, 12, 29]. La salvación requiere creer en el Señor Jesucristo [i, 8, 27].
2. La Lección de la Soberanía Divina y la Fiabilidad de la Escritura
La elección de Judas demuestra la soberanía divina [i, 12, 17] y garantiza que nada está fuera del control de Dios [i, 16, 17]. Este evento no fue un accidente ni algo que “salió mal” [i, 14].
Cumplimiento Profético: Jesús escogió a Judas para que se cumpliera la Escritura [i, 13, 14]. Jesús citó el Salmo 41:9: “el que come pan conmigo levantó contra mí su calcañar” [i, 13, 14]. El cumplimiento de esta profecía serviría para que, cuando sucediera, los discípulos creyeran que Él era el Mesías [i, 14].
Conocimiento de Dios y Libre Albedrío: Dios no puede aprender nada porque ya lo sabe todo (es omnisciente) [i, 16]. Dios sabía exactamente lo que Judas iba a hacer antes de que lo hiciera [i, 16, 25]. Sin embargo, Judas rotundamente tenía una opción [i, 15, 16, 19]. Él no fue obligado a traicionar a Jesús [i, 15, 17]. Dios le dio una opción y hubiera perdonado y salvado a Judas si este hubiera confiado en Él [i, 15, 19].
Este punto une la responsabilidad humana y la soberanía divina [i, 16]. Mientras que los humanos viven en el tiempo (viendo un punto a la vez), Dios mora en la eternidad, donde el pasado, presente y futuro son iguales para Él [i, 16].
3. La Lección de la Responsabilidad Personal y la Tragedia del Pecado
La tercera lección enfatiza que Judas fue responsable de sus acciones; no era un robot [i, 17]. La Biblia nos revela claramente que Judas era un ladrón [i, 17]. Él traicionó al Señor Jesús y lo vendió por 30 monedas de plata [i, 18].
El Engaño del Pecado: El pecado engañó y destruyó a Judas [i, 18, 19]. Después de consumar la traición, Judas se dio cuenta de que había sido engañado por el pecado [i, 18]. El peso de su pecado (entregando sangre inocente) carcomía su conciencia y lo llevó a la desesperación [i, 18, 19]. El pecado promete mucho pero paga poco [i, 19]. La Biblia afirma que aunque el “pan de mentira” sea sabroso al hombre, después su boca será “llena de cascajo” [i, 19].
Aunque Judas tenía una opción, fracasó [i, 19]. Murió y fue al infierno, a “su propio lugar” [i, 19].
4. La Lección de la Seguridad del Creyente
Algunas personas cuestionan la seguridad eterna basándose en el caso de Judas, preguntándose si perdió su salvación [i, 20]. La respuesta de la Escritura es que Judas nunca tuvo la salvación [i, 20]. Él nunca fue salvo y nunca había experimentado un nuevo nacimiento [i, 20, 21].
Contraste entre Judas y Pedro: Existía una clara diferencia entre Judas y Simón Pedro [i, 20]. Cuando Jesús preguntó si los doce querían irse también, Simón Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna. Y Nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, El hijo del dios viviente” [i, 20].
Judas era exteriormente religioso, mientras que Pedro había creído y conocido la verdad [i, 20]. El que cree en Jesús tiene vida eterna [i, 21]. Jesús garantiza que todo lo que el Padre le da vendrá a Él, y al que viene a Él, no lo echará fuera [i, 21]. Si usted no confía en Jesús, no es salvo [i, 8, 27].