NADA DETENDRÁ LO QUE ESTÁ POR LLEGAR

• ¿Puede algo o alguien detener el plan eterno de Dios? Durante siglos, imperios han intentado silenciar la verdad. Falsos maestros han torcido las escrituras y el mundo ha resistido la revelación divina con todas sus fuerzas. Sin embargo, aquí estamos. La palabra sigue avanzando.
• El evangelio continúa transformando vidas y la promesa de Cristo permanece firme. Edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Hoy quiero que comprendamos una verdad fundamental que debe anclarnos en estos tiempos de incertidumbre. Nada, absolutamente nada puede detener lo que Dios ha determinado que suceda.
• Ni gobiernos, ni persecución, ni apostasía, ni incluso las estrategias del enemigo. La soberanía de Dios garantiza el cumplimiento de cada promesa registrada en su palabra. La historia humana está repleta de intentos fallidos por detener el avance del propósito divino. Desde el momento en que la serpiente susurró la primera mentira en el jardín, ha existido una guerra contra la verdad revelada de Dios.
• Pero permítanme llevarlos a un momento crucial de la historia bíblica que ilustra perfectamente esta realidad inquebrantable del plan de Dios. Estamos en el libro de Ester, en un tiempo cuando el pueblo de Dios enfrentaba la aniquilación total. Un decreto irrevocable había sido promulgado en todo el imperio persa. Todos los judíos debían ser exterminados en un solo día.
• El enemigo había trabajado meticulosamente a través de Amán, aprovechando el orgullo herido y el antisemitismo para crear lo que parecía el fin inevitable del pueblo elegido. Las leyes de los medos y los persas no podían ser revocadas. El sello del rey había sido estampado. Los mensajeros habían cabalgado a cada provincia. Humanamente hablando, no había esperanza. Sin embargo, el libro de Ester nos revela algo extraordinario.
• Aunque el nombre de Dios no aparece explícitamente en ninguna de sus páginas, su mano soberana dirige cada evento con precisión quirúrgica. La ubicación estratégica de Ester en el palacio, el insomnio providencial del rey, el descubrimiento oportuno de la conspiración de Mardoqueo, la caída dramática de Amán en su propia orca.
• Cada pieza del rompecabezas divino encajó perfectamente. Lo que los enemigos de Dios diseñaron para destrucción se convirtió en salvación. Lo que pareció ser el fin resultó ser un nuevo comienzo. Esta narrativa no es simplemente una historia inspiradora del Antiguo Testamento.
• Es un patrón que se repite constantemente en la escritura y en la historia de la Iglesia. Consideremos el caso supremo, la crucifixión de Cristo. Los líderes religiosos conspiraron. Judas traicionó. Pedro negó. Los discípulos huyeron y las autoridades romanas ejecutaron al hijo de Dios.
• El viernes por la tarde, cuando el cuerpo sin vida de Jesús fue colocado en la tumba, Satanás debió pensar que había ganado la victoria definitiva. El Mesías estaba muerto, sus seguidores estaban dispersos, el movimiento había terminado. Pero lo que el enemigo no comprendió y lo que los poderes de este mundo nunca podrán entender es que la aparente derrota era en realidad el momento exacto del triunfo divino.