La maravilla de la redención en Cristo
El pastor John MacArthur presenta la Epístola a los Efesios, y específicamente el Capítulo 1, como un texto fundamental y la “puerta” que lleva a la teología y verdad sana. Este libro no solo presenta el evangelio en términos inequívocos, sino que también define la santificación, la estructura de la iglesia, las relaciones humanas y la lucha contra los poderes espirituales. La realidad de estar “en Cristo” es tan vasta que define la existencia del creyente.
La estructura de Efesios 1:3-14 está dominada por un mandato de adoración a Dios y al Padre de Jesucristo. Esta adoración es la respuesta directa a que Dios “nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”.
La Bendición Divina: De la Maldición a la Gracia Inmerecida
El concepto de bendición en este contexto (usando la palabra griega eulogeo) no es la felicidad subjetiva (makarios), sino el acto objetivo de Dios de dotar de una habilidad o hacer a alguien digno.
- Incapacidad Humana: La humanidad nace maldita debido a su naturaleza caída y conducta pecaminosa. Somos “esclavos inútiles” y nos juzgamos “indignos de la vida eterna”.
- La Gracia como Fuente: La forma en que Dios nos transforma de la categoría de malditos a la de bienaventurados, sin que tenga nada que ver con nuestra dignidad o mérito, es debido a Su gracia. Él derramó todas las bendiciones que el cielo tiene sobre personas que son indignas, por lo tanto, “toda la gloria y la alabanza es para él”.
La Estructura de la Salvación: Pasado, Presente y Futuro
El Apóstol Pablo divide las bendiciones de la salvación en Efesios 1:3-14 en tres tiempos categóricos:
- Pasado (Versículos 4-6): La Elección Soberana. Fuimos escogidos antes de la fundación del mundo para salvación y gloria eterna. Esta es la primera y más grande bendición.
- Presente (Versículos 7-10): La Redención. Estamos en el proceso de experimentar la redención.
- Futuro (Versículos 11-14): La Glorificación. Mirando hacia la glorificación futura.
Estos tres tiempos reúnen “todo” lo que es verdaderamente espiritual y celestial, y todo se reúne en Cristo.
La Redención (Efesios 1:7): El Contraste Inequívoco
La redención es la segunda gran bendición del cielo. La necesidad de la redención es universal, ya que todas las religiones asumen que la deidad está ofendida y que el ofensor debe buscar reconciliación.
El Fracaso del Mérito Humano:
Universalmente, todas las religiones exigen que el pecador ofensor encuentre una manera de hacer expiación aceptable por sus propios esfuerzos (buenas obras, acción moral, rituales, sacrificio) para ganarse el mérito que cancela el pecado. Sin embargo, el cristianismo, la única religión verdadera, enseña lo contrario.
- Estándar de Perfección: El pecador no puede hacer nada para cambiar su condición y moverse de la ira de Dios a Su favor. Jesús afirmó que el estándar es la perfección: “Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.
- La Justicia Humana es Nula: Ninguna cantidad de buenas obras o rituales puede proveer mérito para ganar favor con Dios. La realidad es que el hombre está en total injusticia y, antes de la redención, estaba “muerto en delitos y pecados” (Efesios 2:1).
La Redención como Obra de Dios:
La salvación y la redención son una obra de Dios, no una obra del hombre.
- Expiación por Gracia: Dios, quien es “rico en misericordia”, nos dio vida juntamente con Cristo por gracia. “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
- El Sacrificio Sustitutivo: Dios proveyó el sacrificio expiatorio mediante el cual esa redención se aplicaría a los que había escogido. El versículo 7 lo deja claro: “en quien tenemos redención por su sangre”. La sangre de Cristo se refiere a Su muerte sustitutiva. Él llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre el madero.
- El Rescate Pagado a Dios: El rescate fue pagado a Dios, quien fue el ofendido, el juez y el que exigió el pago, habiendo Él mismo maldecido a la humanidad. Cuando Cristo murió, el Padre quedó satisfecho (propiciación), y el pago se hizo en su totalidad.
- Liberación de la Maldición: Cristo fue hecho maldición por nosotros para librarnos de la maldición de la Ley (Gálatas 3). Dios anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.