PREDICA Cuando No Sabes Qué Hacer: Pausa, Sana y Levántate
La vida moderna, llena de prisas y trabajo constante, nos presiona a no parar, a no doler y a no llorar. Sin embargo, la sanidad genuina y el verdadero amor dependen de la capacidad del creyente para pausar y procesar el dolor y las heridas. Si el creyente no está sano, no puede ayudar a nadie en el mundo.
Muchos cargan heridas abiertas desde la infancia, el matrimonio o arrastran dolor del pasado a nuevas relaciones. Para liberarnos, debemos confrontar el error de la “educación equivocada” y las antiguas maneras de pensar que nos dicen que no tenemos tiempo para doler.
1. El Fundamento de la Sanidad: La Necesidad de Remojar la Herida
La sanidad no se logra con procesos rápidos o superficiales. Al igual que una camisa con grasa o sangre requiere ser remojada en una cubeta antes de ser lavada en la máquina, las heridas profundas necesitan un tiempo de pausa y luto. Si la ropa no se deja en remojo, la mancha persiste, y de igual manera, hay muchos creyentes “sangrando sobre otros” con un mal espíritu o carácter porque tienen heridas no sanadas.
Un corazón apresurado solo se escucha a sí mismo, pero un corazón tranquilo escucha al Espíritu Santo. Debemos estar dispuestos a dejar de movernos frenéticamente para que el alma se aclare.
2. El Modelo de Jesús: Apartarse para Procesar el Dolor
Jesús, el único hombre perfecto que caminó sobre la Tierra, nos enseñó que el proceso de sanidad es esencial. Él no continuó su ministerio cuando las noticias trágicas llegaron, sino que se apartó para procesar Su luto.
A. Jesús ante la Pérdida del Primo (Juan el Bautista)
Cuando Jesús oyó que le habían cortado la cabeza a Juan el Bautista (su primo), la Biblia dice que se apartó en una Barca a un lugar desierto. Él no pensó: “Soy Dios, esto no me afecta,” sino que reconoció: “Yo necesito procesar esto, yo necesito apartarme para estar a solas”.
Aunque la multitud lo siguió y tuvo que levantarse para atenderlos y obrar milagros, después de despedir a la gente, subió al monte para apartarse una vez más, porque no había terminado de procesar su luto.
B. Jesús ante la Muerte de Lázaro
En San Juan 11:35, el versículo más corto de la Biblia, se relata un momento profundo: “Jesús lloró”. A pesar de que Él era Dios y sabía que Lázaro resucitaría, se permitió Su dolor y Su luto. Los judíos, al verlo, dijeron: “Mirad cómo le amaba”.
El mensaje es claro: una señal de verdadero amor no es que las cosas no te duelan. Si no sabemos doler o procesar nuestras pérdidas (como admitir que nos equivocamos, o que la pérdida de un amigo nos dolió), parecemos más “piedras que humanos”. Negar el dolor no es ser un “macho alfa,” sino negar una parte esencial de la humanidad y el amor.
3. El Peligro del Vacío y la Dureza
Corremos el riesgo de ser como Job, quien perdió todo, pero en lugar de blasfemar, se postró y adoró, aceptando que “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Sin embargo, muchos hoy evitan el dolor porque creen que la vida cristiana es una negación de la pérdida o que siempre deben ser fuertes.
A. La Carrera de la Vida Vana
Muchos vivimos “de vapor en vapor”, corriendo de un vacío a otro, sin la llenura de Cristo. Estamos tan preocupados y abrumados por las relaciones, las finanzas o las tareas que nos la pasamos “siempre corriendo” y nunca disfrutamos la vida, desquitando nuestra dureza y falta de sanidad en otros.
B. La Ley y la Religión
La gente religiosa (como los fariseos en tiempos de Jesús o aquellos que siguen la “ley” hoy) fue la que más difícil se lo puso a Jesús, ya que eran tercos y duros, aferrándose al “así siempre lo hemos hecho y así lo vamos a hacer”. La religión nos inculca cumplir con un acto religioso de ir a la iglesia los domingos, lo que hace que la carne se sienta bien, pero sin abrir la Biblia, orar o meditar en la Palabra.
El creyente que solo hace lo mínimo (como sentarse una hora el domingo) y no pasa tiempo a solas con Dios se considera un cristiano de “tiempo parcial” (part time), y su mal ejemplo hace que la próxima generación no quiera nada con el cristianismo.
4. El Descanso en Jesús: El Yugo Ligero y el Fruto del Espíritu
El camino a la victoria y el gozo no se encuentra en “hacer más” o “trabajar más”, sino en estar con la persona de Jesús.
A. Venid a Mí y Descansad
Jesús invita a todos los que están “trabajados y cargados” a ir a Él para encontrar descanso. Él ofrece Su yugo, el cual es “manso y humilde de espíritu” y permite hallar descanso para el alma.
El yugo del mundo y de la ley es imposible y de esclavitud. El verdadero problema no es aprender algo nuevo, sino desaprender la manera incorrecta y apresurada de vivir. Aprendemos de Jesús solo si pasamos tiempo con Él.
B. La Necesidad de Permanecer en Él
Jesús enfatizó: “Permaneced en mí, y yo en vosotros; separados de mí nada podéis hacer”. Las cosas eternas y duraderas se hacen con Jesús, no sin Él.
Para esto, es vital la disciplina del silencio:
- “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10).
- Dios habló al profeta Elías en un “silvo apacible” (Primera de Reyes 19:11-12).
- Necesitamos, por lo menos, dos minutos de silencio antes de la meditación o la oración.
Si nuestra vida se mantiene turbia como una jarra con sedimentos en el fondo, debemos dejar de agitarla para que el agua se aclare y la claridad del alma llegue.
Write Your Prayer