El Perdón: Sana, LIbera y Restaura Mensaje Completo
El mensaje del perdón es crucial, ya que la falta de perdón impide a las personas disfrutar la vida. A menudo es difícil perdonar porque sentimos que el ofensor no lo merece. Sin embargo, al perdonar a quien nos ha herido, no le estamos haciendo un favor a ellos, sino a nosotros mismos.
El perdón es un proceso de liberación. Dios nos pide que perdonemos porque es para nuestro beneficio, aunque no siempre lo entendamos o nos parezca justo.
La Pesada Carga de la Falta de Perdón
La amargura, el resentimiento y la falta de perdón actúan como una pesada carga espiritual que la gente lleva consigo a todas partes. Una metáfora poderosa para entender este peso es la de la bolsa de papas.
En un ejercicio con estudiantes, se les pidió llevar una bolsa de plástico con una papa por cada persona a la que rehusaban perdonar, escribiendo el nombre y la fecha. Algunas de estas bolsas se volvieron muy pesadas, y la necesidad de cargarla en todo momento (al lado de la cama, en el carro, en el escritorio) ilustró el gran peso espiritual que cargamos y la constante atención que exige. Naturalmente, con el tiempo, la condición de las papas se deterioró hasta convertirse en un líquido feo, simbolizando el precio que se paga por guardar el dolor y la negatividad.
Si usted está cargando una bolsa pesada de amargura y resentimiento, debe entender que puede dejar esa carga. La falta de perdón no solo es una carga emocional, sino que causa tortura emocional y mental. Proverbios 14:30 indica que un corazón calmado y apacible es vida y salud para el cuerpo, mientras que la envidia, los celos y la ira son como podredumbre de los huesos.
El Requisito Divino: Perdonar sin Límites
La Biblia establece la necesidad de perdonar, no como una opción, sino como un principio fundamental del cristianismo si se desea vivir la vida que Dios planeó.
Cuando Pedro preguntó a Jesús cuántas veces debía perdonar a su hermano —sugiriendo “siete veces”—, Jesús dio la respuesta perfecta: “No te digo siete veces, sino 70 veces siete“. El mensaje clave es que debemos seguir perdonando, seguir perdonando.
La enseñanza es clara: si usted rehúsa perdonar, no es porque no pueda, sino porque rehúsa. Dios nunca nos pide hacer algo que sea demasiado difícil, ya que siempre nos da Su gracia, que es el poder y la habilidad para hacerlo.
Perdonar para Ser Perdonado
El principio más grave es que el perdón que recibimos está directamente ligado al perdón que damos.
- El Padre Nuestro pide: “perdona nuestras ofensas así como perdonamos a los que nos ofenden”.
- La Biblia afirma que si usted no perdona a su hermano o hermana de corazón, el Padre Celestial tampoco perdonará sus propias fallas y defectos.
Uno debe asegurarse cada día de no tener nada en contra de nadie, ya que no tendrá paz con Dios a menos que reciba Su perdón y dé perdón a aquellos que le han herido. Antes de decidir permanecer enojado, se recomienda hacer un inventario de los propios pecados y recordar que Dios nos perdona mucho más de lo que jamás podríamos perdonar a todos nuestros enemigos juntos.
El Perdón: Una Decisión, No un Sentimiento
Mucha gente quiere perdonar, pero lucha porque cree que no puede. Sin embargo, el perdón no es un sentimiento; es una acción que comienza con una decisión.
1. Tomar la Decisión (Voluntad) Usted puede perdonar a alguien y aún sentirse incómodo o enojado. Es esencial entender que no tiene que sentir que es lo correcto para hacerlo. Se debe decidir ser obediente a Dios y dejar ir la ofensa, confiando en que Dios es bueno y tiene el mejor interés en mente.
2. Depender de Dios (Gracia) Una vez que se toma la decisión, el siguiente paso es depender de Dios: “Dios, yo sé que no puedo hacerlo sin ti”. La fe solo funciona por amor, por lo que no se puede ir a Dios con el corazón lleno de odio y esperar que la fe tenga poder. La fe se activa por el amor, no por la ira, el resentimiento o la amargura.
3. Dejar de Cobrar la Deuda (Cancelar) El ejemplo de la parábola del siervo malvado ilustra la disparidad entre la deuda que Dios nos perdona y la deuda que otros nos deben. El siervo, cuya deuda de 10,000 bolsas de oro (una deuda impagable) fue cancelada por misericordia, luego se rehusó a perdonar a un consiervo que le debía solo 100 monedas de plata (una deuda minúscula en comparación).
Perdonar a alguien significa decirle: “Tú no me debes nada ahora”. El ofensor no puede devolver lo que tomó (como la inocencia o la niñez). Al dejar la amargura, el resentimiento y la falta de perdón, ponemos a la persona en manos de Dios, y Él es quien vindica y da la recompensa. Dios puede devolverle muchas veces más cualquier cosa que le haya sido tomada en el pasado.
4. Dejar de Pensar y Hablar de Ello Perdonar significa dejar de pensar en ello y dejar de hablar de ello. Si se aferra a cosas pasadas, sacándolas una y otra vez, está almacenando la memoria. La falta de perdón se vuelve una raíz profunda y es más difícil de quitar mientras más se le permite madurar.
La palabra esquimal para “perdón” significa “no poder pensar acerca de esto más”. Cuando Dios perdona, Él se olvida de nuestros pecados y los remueve tan lejos como el este está del oeste; eso es lo que Él quiere que hagamos.