ORACIÓN DE LA MAÑANA
“Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.” — Salmo 32
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Alabado seas, Señor, en este nuevo día que me concedes. Gracias por tu infinita bondad y por este regalo de vida que hoy vuelves a darme. Mi corazón se llena de gratitud al reconocer que no hay amor más puro ni bondad más sincera que la tuya en todo el universo.
Dios de compasión, Padre soberano de todo lo creado, hoy te doy gracias por cada uno de tus dones y por tu paciencia sin límites conmigo. Gracias por el milagro de existir y por tu presencia constante, que me rodea con amor y me sostiene con tu misericordia eterna.
Te alabo y te doy gloria por continuar regalándome la vida y permitirme contemplar tus maravillas. Gracias porque en cada detalle de tu creación puedo sentir tu presencia. La luz que ilumina mis ojos es como un susurro de tu amor eterno.
Padre del cielo, en este día quiero entregarte mi corazón. Condúcelo con humildad y pureza. Hazlo dócil, fiel, y que cada palabra que pronuncie, cada acción que realice con mis manos, sea para darte gloria.
Señor, imploro tu paz para entregarte esas cargas que escapan de mi control. Ayúdame a confiar en ti cuando no puedo encontrar soluciones por mí mismo.
Gracias, Padre, por el don de mi vida, por mi familia, mis amigos, por la belleza de tu creación y por los talentos que has sembrado en mí. Enséñame a ponerlos al servicio de los demás y a colaborar con alegría en la construcción de tu Reino.
Concédeme esperanza para no rendirme ante la desesperación. Dame humildad, desprendimiento, y un corazón generoso. Tú conoces lo que realmente necesito, incluso cuando yo aún no lo comprendo.
Abro mi corazón a tu voluntad. Padre celestial, dame la fuerza para soltar todo aquello que perturba mi paz interior y me aleja de ti. En ti descubro la fuente de mi alegría. Miro hacia tus promesas y deposito toda mi confianza en tu salvación.
Te doy gracias por cada maravilla que has hecho en mi vida, y por cómo me has sostenido con tu mano fiel en los momentos más difíciles.
Hoy abro mi corazón a tu presencia sanadora. Camina a mi lado, fortaléceme, y dame la gracia de avanzar confiando en ti. Restaura mi alma, mi mente y mi espíritu, para que, con los dones que me has confiado, viva unido a tu amor.
Este día comienza y deseo llevar tu presencia viva en mi corazón. Que tu amor y tu poder lo llenen todo en mí. Derrama, Señor, una bendición abundante y compasiva sobre mí y sobre aquellos que amo, para que vivamos en plenitud bajo tu amparo.
Confío en que, si tú me tomas de la mano, jamás estaré solo. Sé tú mi refugio y fortaleza en cada circunstancia. Bendíceme en cada paso que dé hoy y líbrame siempre de las trampas del maligno. Amén.
Hoy realizaré un examen de conciencia centrado en la caridad, preguntándome cómo he amado a Dios y al prójimo en los últimos días.